Bronquitis es la inflamación u obstrucción de los bronquios, es decir, los conductos respiratorios que conducen a los pulmones. Esa inflamación produce acumulación de mucosidad, además de tos, fiebre, dolor en el pecho y/o en la espalda, fatiga, dolor de garganta, dificultad para respirar y, a menudo, escalofrió y temblor súbitos. Además de lo anterior, se puede presentar broncoespasmo (espasmo de los músculos bronquiales), que frecuentemente va acompañado de inflamación de las membranas mucosas e hipersecreción de las glándulas bronquiales.

La bronquitis puede ser aguda o crónica. La bronquitis aguda suele ser producida por una infección bacteriana o viral, por clamida, micoplasma o una combinación de agentes infecciosos. Normalmente sigue a las infecciones del tracto respiratorio superior, como resfriado o influenza. En la bronquitis aguda, el broncospasmo  se relaciona como infección viral (en vez de bacteriana). La mayoría de los pacientes de bronquitis aguda se recuperan completamente en pocas semanas. No obstante, hay casos en que la bronquitis aguda se puede convertir en neumonía. Las personas que sufren de alguna enfermedad respiratoria crónica u otro problema debilitante de salud tiene más probabilidades de que esto suceda.

La bronquitis crónica es el resultado de la irritación frecuente de los pulmones a causa de la exposición al humo del cigarrillo u otra clase de emanaciones nocivas. Las alergias también pueden causar bronquitis crónica. Como la bronquitis crónica disminuye el intercambio de oxigeno y dióxido de carbono en los pulmones, el corazón tiene que trabajar más para compensar la situación. Con el tiempo esto puede conducir a hipertensión pulmonar, aumento del tamaño del corazón y, por último, insuficiencia cardiaca.

La bronquitis crónica es una de las enfermedades que mas atienden los otorrinolaringólogos, los alergistas y los médicos generales. La medicina ocupacional sabe desde hace mucho tiempo que ambientes desfavorables de trabajo aumenta la probabilidad de presentar infecciones respiratorias. Los factores climáticos y las epidemias de infecciones virales también aumentan el riesgo. Entre la gente que vive o trabaja en medios poco salubres, la sensación de ahogo suele agravarse por la humedad y el frio, por a exposición al polvo o, incluso, por infecciones respiratorias de poca importancia.

Si la bronquitis tiene origen bacteriano, es necesario seguir un tratamiento con antibióticos para curar la infección y evitar la neumonía.

Incluya en su dieta ajo y cebolla. Estos alimentos contienen aceites de quercetin y mustard, que inhiben la acción de la lipoxigenasa, una enzima que promueve la liberación de un químico inflamatorio en el organismo. El ajo es, además, un antibiótico natural. Evite los alimentos que propician la formación de mucosidad, como productos lácteos, alimentos procesados, azúcar, frutas dulces y harina blanca. Evite también los alimentos que producen gases, como frijol, repollo y coliflor, entre otros. Lo mejor  es hacer una dieta vegetariana, y añadir beta caroteno, vitamina B, vitamina E, vitamina A, Zinc, lisina, Calcio y magnesio.

Suplemente su dieta con vitamina C. Esta vitamina es esencial para las enfermedades infecciosas porque los glóbulos blancos de la sangre consumen grandes cantidades cuando combaten infecciones. Beba abundantes líquidos. El agua pura, los tés de hierbas y las sopas son buenas opciones.

No fume y evite los ambientes donde hay humo. El humo de cigarrillo es sumamente dañino. Para acelerar la recuperación, infle un globo varias veces al día. Una investigación demostró que tras ocho semanas de esta terapia, pacientes de bronquitis respiraban mucho mejor y se sentían menos ahogados

Si la bronquitis no cede en un lapso razonable, puede ser necesario tomarle al paciente una radiografía para descartar cáncer pulmonar, tuberculosis u otras enfermedades que ocasiona síntomas similares

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