Existen ciertas voces a favor y otras en contra en relación a esta pregunta, que genera debate en diversos ámbitos. ¿Qué es más recomendable? ¿Dormir con el estómago vacío o lleno? En realidad, ninguno de los extremos son buenos. Entérate más en el siguiente artículo.

Dormir con el estómago vacío: qué saber

Muchos creen que irse a la cama sin comer es una buena solución para adelgazar, pero esto es incorrecto, ya que los alimentos son necesarios para un descanso adecuado. No hay nada peor que despertarse porque los ruidos en el estómago no nos dejan dormir.

Esta creencia equivocada se basa en la hipótesis de “todo lo que cenamos, lo engordamos” y por ello se indica que es mejor ir a la cama sin comer. Sin embargo, la sensación de vacío hará que por la mañana devoremos todo lo que encontremos en la nevera o bien nos levantemos a la madrugada a “picar” algo, que no es bueno para nuestro organismo, ya que en lugar de escoger una manzana, preferiremos las sobras de la comida o algo frito.

El funcionamiento del cuerpo humano nos informa sobre cuáles son los mejores hábitos a seguir. Acostarse con hambre o sin comer asegura una noche sin pegar ojo o dormir muy mal. Al otro día, las consecuencias serán más graves de lo que piensas, sobre todo si esta conducta la repites a diario.

Entonces, como siempre se dice, los extremos no son buenos, y lo que se aconseja es comer y dejar pasar algunas horas una vez que finaliza la cena hasta que nos acostamos. Si ya es una hora muy avanzada como para cenar, no cometas el error de no probar bocado, sino que puedes optar por alimentos más ligeros, tales como sopas, un yogur con cereales, un té con tostadas, etc. Pero bajo ningún punto de vista vayas a dormir con el estómago vacío.

Las investigaciones indican que el tiempo de espera entre terminar de comer e ir a dormir es de una hora y media. En ese lapso puedes aprovechar para lavar los platos, leer, estudiar, mirar un poco de televisión (tampoco demasiado), charlar con tu pareja, ordenar la casa, preparar la ropa para el otro día, etc. Es preferible una cena rica en carbohidratos y baja en proteínas. Abstenerse de grasas saturadas, porque lo único que logran es una digestión pesada, además de gases y molestias para dormir.

Si muchas veces te ha ocurrido que llegas tarde del trabajo o la Universidad y te preguntas si te conviene cenar a esa hora o mejor “seguir de largo” e ir directo a la cama, no lo dudes. Come alguna cosa liviana, pero nunca te vayas a dormir con el estómago vacío. Esto puede provocar, como dicen los estudios científicos, pérdida del sueño y problemas para descomponer la masa muscular durante la noche.

Tener hambre hace que el cerebro se mantenga en estado de alerta. Cuando no
duermes lo suficiente, el metabolismo disminuye y aumentan los niveles de grelina, una hormona que estimula el apetito, provocando que al levantarte comas con más desesperación, sin medir las cantidades ni lo que estás ingiriendo.

Ir a la cama sin comer o con hambre provoca que duermas menos y es negativo si quieres construir músculos. Cuando el cuerpo está privado de nutrientes durante varias horas rompe los músculos para obtener energía. Si quieres perder peso, no es una buena idea no comer a la noche, así como tampoco saltarte comidas.

Las desventajas de dormir con el estómago lleno

En la vereda contraria a lo expuesto anteriormente, están aquellos que se atiborran de comida en la cena y luego se van a la cama pareciendo que pesan cinco kilos más. Cuando llenas tu cuerpo con comida, ésta se acumula en el estómago, órgano encargado de producir enzimas y ácidos para hacer la digestión. La sangre va directo a esta zona y puede que te sientas con ganas de dormir, sin embargo, debes esperar un tiempo prudente para ir a la cama, aunque sea para mirar televisión o leer.

Comer mucho e ir a dormir inmediatamente causa no sólo sobrepeso sino también acidez, sensación de “fuego” en el esófago, problemas para conciliar el sueño, pesadillas, etc. Pero atención, porque la cena por si sola no engorda, sino que depende de las cantidades y los alimentos que se ingieren a la noche. Los nutricionistas indican que lo mejor es dejar de consumir hidratos de carbono al menos cuatro horas antes de dormir y que como mínimo hay que esperar dos horas entre la cena y acostarse.

El metabolismo es más lento durante la noche, la digestión tarda más en efectuarse, esto provoca gases, por el aumento de fermentación de la comida en los intestinos, por ejemplo. Descansar después de comer si es necesario, pero no es lo mismo que dormir. Sentarse cómodamente en el sofá a charlar, leer o mirar televisión antes de ir a la cama.

Lo que también indican los expertos es que no hay problemas con bañarse después de comer, siempre y cuando el agua no esté demasiado caliente y no se tarde mucho en la ducha. Lo que si está prohibido es nadar, porque hay una competencia en la irrigación sanguínea, entre los músculos del sistema digestivo y el de los miembros inferiores y superiores. Por ello es que suelen haber calambres.

Acostarse inmediatamente después de cenar, sobre todo si se sirvieron varios platos o si el menú era alto en calorías y grasas, aumenta la posibilidad de sufrir reflujo. Esto provoca dificultad para conciliar el sueño y problemas para dormir. Lo ideal es comer más frutas y vegetales por la noche y dejar de lado los azúcares, los fritos y las harinas.