¡Ten cuidado con lo que comes! Podrías estar añadiendo sustancias muy peligrosas para tu salud en cada bocado. En la actualidad, la comida que encontramos en las cadenas de supermercados y restaurantes dista bastante de ser natural. Las empresas encargadas de “alimentarnos” utilizan una gran cantidad de conservantes, químicos y otros aditivos que, a largo plazo, son malos para nuestro organismo. En el siguiente artículo conocerás cuáles son los tóxicos más temibles en los alimentos procesados.

Listado con tóxicos que se incluyen en las comidas

Presta mucha atención la próxima vez que vayas a hacer la compra. Mira los envases y etiquetas. Te darás cuenta de que la mayoría de los alimentos que solemos adquirir y consumir tienen al menos uno de los siguientes elementos tóxicos:

Jarabe de maíz alto en fructosa

Está presente en las cosas dulces, como pueden ser los refrescos de “cola” y variados postres. También se usa bastante en la comida rápida. Los efectos potenciales del jarabe de maíz son la obesidad, la resistencia a la insulina, el incremento de la grasa en el abdomen y las enfermedades del corazón.

Grasas trans

Se las denomina grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas. Están en muchos alimentos procesados como las galletas, los empanados, los congelados, etc. Los efectos potenciales de las grasas trans son las enfermedades cardíacas, la diabetes y el cáncer.

Sabores artificiales

Están presentes en todos los dulces, gaseosas, galletas y alimentos preparados. Los saborizantes son realmente nocivos para la salud. Existen más de 100 aditivos químicos diferentes dentro de este grupo que tiene como objetivo “dar un sabor más real” a la comida. Los efectos potenciales de los sabores artificiales son las alergias y las reacciones de comportamiento, como puede ser la hiperactividad.

Glutamato monosódico

También conocido como glutamato de sodio (MSG por sus siglas en inglés), está presente en muchas comidas saladas, como las patatas fritas o los empanados, porque es lo que se usa en vez de la sal común (cloruro de sodio). Los efectos potenciales del glutamato monosódico son:

El dolor de pecho.
Las palpitaciones en el corazón.
El dolor de cabeza.

La sobreestimulación del gusto (que nos genera sensación de querer comer más).

No sentir otros sabores o también añadir cada vez más sal a las comidas.

Colores artificiales

Junto a los saborizantes, se encuentran los colorantes, presentes en casi todos los alimentos procesados. Si bien en la etiqueta de los dulces, golosinas, galletas o postres suele decir “colorantes permitidos”, no te quedes tranquilo con esta aclaración. Los efectos potenciales de los colores artificiales son las alergias, la congestión de los senos paranasales, la hiperactividad (sobre todo en los niños) y trastornos mentales graves en la infancia como puede ser el trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH).

Edulcorantes artificiales

Dentro de este grupo podemos encontrar diferentes tipos.

El aspartame o aspartamo (que afecta el sistema nervioso y puede causar dolores de cabeza, vértigo, pérdida de memoria y convulsiones).

La sucralosa (que disminuye las bacterias positivas del intestino).

El acesulfamo potásico (que puede causar cáncer, según algunos estudios).

El neotame (aún no está confirmado si es seguro consumirlo).

La sacarina (que causa cáncer).

En cualquiera de los casos, ocurre lo mismo que con el glutamato y los gustos salados, pero con lo dulce. Se dice que “quema” las papilas gustativas, o mejor dicho, las inhibe, por lo tanto, no nos damos cuenta de si algo ya tiene demasiado azúcar. Es por ello que cada vez le echaremos más edulcorante o azúcar a las infusiones o postres.

Conservantes

Otra de las “estrellas” en las comidas procesadas que compramos en el mercado.

Hay diferentes tipos de conservantes con consecuencias puntales. Algunos de ellos son el THBQ o antioxidante E-319 (causa náuseas, tinitus y vómitos), los polisorbatos 60, 65 y 80 (provocan infertilidad, anafilaxis y son inmunodepresores, es decir, que debilitan el sistema inmune), los BHT o E-321 y BHA o E-320 (traen como consecuencia problemas renales y hepáticos, además de ser un posible cancerígeno), el benzoato de sodio o E-211 (provoca reacciones alérgicas y es cancerígeno) o los sulfitos (causan reacciones alérgicas, sobre todo asma).

Aceite de canola

Aunque muchas personas creen que el aceite de canola o de colza es bueno para la salud, por lo que se ha hecho muy popular en los últimos tiempos, bien es cierto que tiene efectos más que nocivos. Este aceite, presente en el 30% de los productos que consumimos, “ahoga” a las células, lo que impide su correcto funcionamiento, puede causar enfisemas pulmonares y dificultad respiratoria, lo que desemboca en cáncer.

Nitrito de sodio

Se utiliza como conservante de los alimentos y para fijar los colores en los derivados de la carne (que tienen un porcentaje muy bajo de carne real). Se combina con otras sales, las de curado: nitrato de sodio y nitrato de potasio. Evita la intoxicación bacteriana. Sin embargo, podría causar cáncer.

Antiespumantes

Este producto químico industrial se utiliza en los nuggets de pollo, por ejemplo.

Está relacionado con los tumores estomacales y con ciertos daños en el ADN de las personas.

Antiaglomerantes

Se usan para absorber la humedad de los alimentos y se suelen añadir a los productos en polvo o deshidratados. Están compuestos de fosfato, carbonato, silicato y aluminio. Este último está vinculado con el mal de Alzheimer. Vale la pena destacar que el silicato de aluminio (presente en los antiaglomerantes) se utiliza en la vacuna de la gripe.

Helados

Son tres los principales: aceite vegetal bromado, polisorbato 80 y carragenina.

Están en la leche chocolatada, el helado, el queso cottage o requesón, las jaleas y en los preparados para lactantes.

Permanecen en el cuerpo durante años.