El azúcar blanco (también conocido con el nombre de azúcar refinado) se convierte en una de las opciones endulzantes más habituales a la hora de aportar un sabor dulce a comidas, postres o bebidas. De hecho, es común que se utilice cada vez que nos tomamos un té, infusión o café con leche.

En el caso del azúcar blanco esta recomendación debe ser incluso más exigente, principalmente porque al consistir en un alimento refinado sólo aporta calorías vacías, lo que significa que no aporta ningún nutriente esencial a nuestro organismo, y sí calorías.

Un consumo excesivo en azúcar blanco puede ser negativo para nuestra salud desde un punto de vista tanto nutricional como dietético, ya que para su correcta asimilación necesita utilizar de vitaminas del grupo B y calcio; esto, como es evidente, conlleva una carencia en ambos nutrientes, pudiendo causar fatiga crónica.

Consecuencias de seguir una dieta rica en azúcar blanco

  • Puede producir déficits nutricionales de vitaminas del grupo B, y minerales como el calcio.
  • Riesgo de sobrepeso y obesidad.
  • Favorece el aumento de colesterol y triglicéridos.
  • Altera la flora intestinal.
  • Puede causar desequilibrio glucémico.
  • Puede perjudicar el crecimiento en la infancia, al provocar descalcificación.
  • Conjuntamente con una dieta pobre en fibra puede favorecer el riesgo de cáncer, así como de otros trastornos y enfermedades: enfermedad de Crohn, cálculos biliares y diabetes.
  • Puede causar alteraciones de conducta, como por ejemplo: hiperactividad.