Para que la piel sea saludable y atractiva es fundamental que la grasa y la humedad se encuentren en equilibrio. Las glándulas sebáceas producen grasa que lubrica la superficie de la piel.. La humedad es el agua presente en el interior de las células cutáneas y les llega a las células por medio del torrente sanguíneo. El agua que contienen las células es lo que las mantiene saludables y con una apariencia juvenil. La grasa y la humedad actúan juntas: en las células cutáneas tiene que haber suficiente humedad, pero también tiene que haber suficiente grasa que actué de escudo protector y prevenga la evaporación excesiva de humedad de las capas superficiales de la piel.

Hay dos clases de piel seca: simple y compleja. La piel  seca simple se origina en la falta de grasas naturales, lo que puede tener diversas causas. Esta clase de piel seca a menudo afecta a las mujeres menores de treinta y cinco años. La piel seca compleja carece tanto de grasa como de humedad, y se caracteriza por la presencia de líneas finas, manchas de color marrón y cambios anormales de coloración, poros grandes y piel flácida. Se suele asociar con el proceso de envejecimiento.

La piel seca se ve opaca e, incluso, escamosa, y tiende a desarrollar fácilmente arrugas y líneas finas. Se suele sentir “tirante” después del baño, condición que se corrige aplicando algún humectante o crema para la piel. El agrietamiento es señal de que la piel adolece de excesiva sequedad y deshidratación.

La piel seca es más común en áreas del  cuerpo que se exponen a los elementos, como la cara y las manos, pero también puede ser un problema de todo el cuerpo, en especial durante el invierno. Es probable que se trate básicamente de una condición genética, pero puede ser causada (o agravada) por dieta inadecuada o por factores ambientales, como exposición al sol, al viento, al frio, a agentes químicos, a cosméticos y a uso excesivo de jabones fuertes. También contribuyen a la piel seca las deficiencias nutricionales, en particular de la vitamina A y las vitaminas B. Las personas de piel clara son más propensas a la piel seca, especialmente a medida que envejecen. Sin embargo, la piel de la mayoría de la gente tiende a volverse más delgada y más seca con la edad. Mucha gente tiene piel seca en algunas áreas y piel grasosa en otras. En el caso clásico de “piel mixta”, la piel de la frente, nariz y el mentón suele ser grasosa, mientras que el resto de la cara tiende a ser seca.

Haga una dieta bien balanceada que incluya vegetales, frutas, granos, semillas y nueces. Consuma proteína de origen vegetal. Aumente su ingesta de alimentos crudos y alimentos ricos es azufre como ajo, cebolla, huevos y espárragos. Consuma también abundantes vegetales de color amarillo y anaranjado. Son ricos en beta caroteno, un precursor de vitamina A.  Además no olvide en su alimentación vitamina A, vitaminas B, vitamina E, Zinc, L- cisteína, Bioflavonoides y Vitamina C.

Evite alimentos fritos, grasas de origen animal y los aceites vegetales procesados con calor. No tome bebidas gaseosas ni consuma azúcar, chocolate ni comida chatarra. Evite el alcohol, el cigarro y la cafeína.

No utilice jabones ásperos o fuertes, ni cremas limpiadoras en la piel. Las cremas limpiadoras son elaboradas con aceites hidrogenados, los cuales deterioran la piel a causa de los radicales libres. Más bien, límpiese la piel con aceite puro de oliva, de aguacate o de almendra. Aplíquese siempre un producto humectante después de lavarse la piel.