Es un trastorno que aflige a muchas mujeres durante una o dos semanas antes del comienzo de la menstruación. Entre los síntomas que puede experimentar la mujer están los siguientes: Abdomen inflamado, acné, ansiedad, dolor de espalda, hinchazón y sensibilidad anormal de los senos, cólicos, depresión, antojos alimentarios, desmayos, fatigas, dolor de cabeza, insomnio, dolor en articulaciones, nerviosismo, erupciones cutáneas, retención de líquidos y cambios de personalidad, como oscilaciones drásticas del estado de ánimo, explosiones de ira y de violencia, y pensamientos suicidas.
Aunque no hay estadísticas confiables, se calcula que entre el 70 y 15% de las mujeres experimentan síntomas premenstruales en algún momento. Aproximadamente el 5% de las mujeres presentan síntomas que por su severidad son incapacitantes , y entre el 30 y 40% informan que sus síntomas son tan severos que interfieren el desempeño de sus actividades cotidianas.
Durante muchos años se consideró que el PMS era un problema estrictamente psicológico, e incluso a algunas mujeres les diagnosticaron enfermedades mentales. Pero ahora se sabe, sin lugar a dudas, que el origen del problema es físico. Una de las causas del PMS es el desequilibro hormonal: por una parte, niveles muy bajos de progesterona. Las fluctuaciones hormonales conducen a retenciones de oxigeno que le llega al útero, a los ovarios y al cerebro. Consumir carne roja y productos lácteos puede causar o contribuir a esos desequilibrios hormonales. Otro factor importante en este problema es un nivel inestable de azúcar sanguíneo. El PMS también es relacionado con alergias alimentarias, cambios en el metabolismo de los carbohidratos, hipoglucemia y problemas de absorción de los nutrientes. La dieta es uno de los factores que más influyen en este trastorno. Otras posibles causas del PMS son niveles erráticos de las betaendorfinas (Sustancias parecidas a los narcóticos que produce el organismo), deficiencia de vitaminas y/o minerales, y depresión clínica.