Este mineral es importante para la salud del sistema nervioso y para la regularidad de la frecuencia cardiaca. El potasio ayuda a prevenir el derrame cerebral, contribuye a la correcta contracción muscular y, junto con el sodio, controla el equilibrio hídrico del organismo. El potasio desempeña un papel importante en las reacciones químicas que se llevan a cabo en el interior de las células, y contribuye a la estabilidad de la presión arterial y a la transmisión de los impulsos electroquímicos. Así mismo, regula el paso de los nutrientes a través de las membranas celulares. Se ha visto que esta función del potasio disminuye con la edad, lo cual explica, en parte, los problemas circulatorios, el letargo y la debilidad que con frecuencia experimentan las personas de edad avanzada.

Entre las señales de deficiencia de potasio están resequedad anormal de la piel, acné, escalofríos, alteración cognoscitiva, estreñimiento, depresión, diarrea, disminución de los reflejos, edema, nerviosismo, sed insaciable, frecuencia cardiaca fluctuamente, intolerancia a la glucosa, alteración del crecimiento, colesterol alto, insomnio, presión arterial baja, fatiga y debilidad musculares, nauseas y vomito, dolores de cabeza periódicos, proteinuria (exceso de proteína en la orina), insuficiencia respiratoria y retención de sal.

Entre los alimentos que son fuente de potasio están los productos lácteos, el pescado, las frutas, legumbres, carne, aves de corral, los vegetales y granos enteros. Se encuentra específicamente en el aguacate, banano, levadura, salvado de trigo, nueces, higos, frutas secas, papas.

Las enfermedades de los riñones, la diarrea y el uso de diuréticos y laxantes alteran el nivel del potasio. El tabaco y la cafeína reducen su absorción.

El potasio se requiere para la secreción hormonal. La secreción de las hormonas del estrés disminuye la relación entre el potasio y el sodio tanto en el interior como en el exterior de las células. Por tanto, el estrés aumenta la necesidad de potasio que tiene el organismo.