El vértigo es una sensación de desvanecimiento, debilidad, mareo y aturdimiento que se debe a una alteración del sentido del equilibrio. La palabra vértigo procede del latín verteré, que significa “dar vueltas”. Esta sensación se debe casi siempre a problemas del oído interno. La persona  que sufre de vértigo siente que se está hundiendo o que se está cayendo. Así mismo, siente que la habitación y los objetos dan vueltas y, en algunos casos, también siente que ella da vueltas. El vértigo va acompañado con frecuencia de náuseas y de pérdida del oído.

El vértigo se presenta cuando el sistema nervioso central recibe mensajes contradictorios del oído interno, los ojos, los músculos y los receptores cutáneos de la sensación de presión. Esto puede tener varias causas, entre ellas tumor cerebral, presión arterial alta o  baja, alergias, lesión en la cabeza y abastecimiento insuficiente o interrumpido de oxígeno al cerebro. Otras causas de vértigo son anemia, infección viral, fiebre, uso de algunos medicamentos, deficiencias nutricionales, enfermedad neurológica, estrés psicológico, cambios de presión atmosférica, bloqueo de canal auditivo o de la trompa de Eustaquio, infección en el oído medio o exceso de cerumen en el oído. La mala circulación cerebral también puede provocar vahídos y problemas de equilibrio. La causa de mala circulación  cerebral puede ser el estrechamiento de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro (arteriosclerosis), la compresión de uno o más vasos sanguíneos del cuello (osteoartritis cervical) y una enfermedad como diabetes o anemia.

Las personas de edad avanzada son más propensas a experimentar vértigo debido a los efectos del envejecimiento en el organismo. El cuerpo mantiene el sentido del equilibrio gracias a un mecanismo complejo en el que intervienen tanto los oídos internos como la información visual. El canal del oído interno posee unas estructuras llamadas otolitos, que son minúsculos cristales de carbonato de calcio que presionan contra las células ciliares que recubren las membranas internas. La fuerza de gravedad actúa sobre los otolitos y los hace cambiar de posición en respuesta a los movimientos de la cabeza. Esto hace que  se doblen los filamentos de las células ciliares, lo que, a su vez, da lugar a la transmisión de señales hacia el cerebro. El cerebro utiliza, entonces, esas señales para calcular la posición de la cabeza. A medida que envejecemos, partículas pequeñísimas de desechos se acumulan en el oído interno y presionan contra las células ciliares, lo que hace que el cerebro reciba señales falsas. Esto puede afectar al sentido del equilibrio y producir vértigo. Además, la transmisión de los impulsos nerviosos desde los ojos hasta el cerebro y la medula espinal se vuelve más lenta con la edad. Esto puede provocar vahídos y pérdida del equilibrio al hacer cualquier movimiento brusco.

Vahído no es sinónimo de vértigo. Todo mundo experimenta de vez en cuando aturdimiento, desvanecimiento o inestabilidad. Las personas cuya presión es baja pueden experimentar estas sensaciones al levantarse rápidamente después de estar acotadas o sentadas. En algunos casos, los vahídos son una señal de advertencia de que hay peligro de ataque cardiaco, apoplejía, conmoción cerebral o daño cerebral.

Evite el alcohol, la cafeína, la nicotina y todos los alimentos fritos. Reduzca su ingesta de sodio. Consumir mucho sodio puede alterar el funcionamiento del oído interno. Añada a su dieta, buenas dosis de niacina, B6, B12, Complejo B, Vitamina C, E, A, Colina, Inositol, Q-10, Calcio y magnesio.

Para controlar los vahídos, siéntese en un asiento con los pies apoyados en el suelo, y mire un objeto fijo durante unos meses.

Si experimenta vértigo de manera recurrente, consulte con el médico. Podría ser síntoma de alguna enfermedad que requiere tratamiento.

 

Phyllis A. Balch. (2000). Recetas Nutritivas que curan. New York: AVERY.