Ya sea porque quieres bajar de peso, llevar una vida más sana, comer bien o tener más energías para afrontar lo que se avecina en cada jornada, es preciso que comas correctamente cuando te levantas. En este artículo podrás conocer tips y alternativas saludables para el desayuno (que además son deliciosas).

No hay una sola receta para desayunar, esa es la buena noticia, por lo cuál, cada día de la semana podrás cambiar qué consumes, no sólo para no aburrirte, sino también para incorporar todos los nutrientes que necesitas.

Tips para un desayuno más saludable

Prefiere lo alcalino a lo ácido

Esto quiere decir que por la mañana no comas frituras, tomates (algunos los usan para el desayuno), cafeína y azúcar refinada. Si necesitas algo para despertarte y estás acostumbrado al café, opta por un té blanco o de frutas o come una manzana.

Estas dos alternativas son mucho más aconsejables para comenzar el día de la mejor manera y cuidando la salud de tu estómago, principalmente. Si cuando te levantas tu boca tiene muy mal sabor, es que estás teniendo una dieta demasiado ácida. Para desintoxicarte, bebe una limonada tibia sin azúcar.

No combines alimentos dulces con salados

Si te gustan las tostadas con queso crema y mermelada, mejor opta por otra cosa más “equilibrada”, como ser unas galletas dulces con jalea, o unas rodajas de pan de cereal con queso feta. Si hace mucho calor, prefiere una fruta solamente, y quizás con un zumo de naranjas. Puedes también comer una buena ensalada de frutas y un vaso de yogur con cereales. No le sumes a esta idea de desayuno un sandwich o unos huevos revueltos. Los azúcares que contienen las frutas son fáciles de digerir y pasan poco tiempo en el estómago. Si el estómago tiene otros alimentos, los azúcares fermentan, provocando inflamación. Deja pasar al menos media hora entre el desayuno frutal y el de alimentos salados.

Come más hidratos de carbono

Supuestamente, los carbohidratos son los culpables por el sobrepeso y la obesidad en el mundo actual. Sin embargo, esto no es cierto. A su vez, se ha comprobado que evitar consumirlos es malo para el organismo. Siempre que haya un equilibrio, puedes comer lo que deseas. Dos terceras partes de lo que consumas en el desayuno ha de ser hidratos, elige los que son mejores para ti. La avena, la cebada, la quinoa, el amaranto son excelentes opciones, porque además de darte energías cuidarán tu salud.

No te olvides de las proteínas y las grasas

Cuando el cuerpo comienza a despertarse por la mañana necesita una buena dosis de proteínas para poder activarse y empezar a trabajar. Algunos preferirán consumirlas con un lácteo o huevos y otros una opción vegana, como ser cereales combinados con legumbres (sólo bastarán dos cucharadas de lentejas cocidas con dos de germinados de soja, por ejemplo). El consumo de grasas es importante para tu organismo, a diferencia de lo que se cree. Sobre todo si tus tareas son más intelectuales que físicas, recuerda que las grasas son el motor para tu cerebro.

Come un puñado de nueces o una rebanada de pan integral untada con aceite de oliva.

Consume lo mejor a la mañana

Una de las equivocaciones más frecuentes es pensar que la cena es la comida principal, cuando en realidad es el desayuno. En lugar de aprovechar la última ingesta del día para hablar en familia, mejor es hacerlo por la mañana, antes de que cada uno parta a sus actividades diarias. Para esta comida elige alimentos de temporada, orgánicos e integrales. Ten cuidado con los sustitutos. Por ejemplo, el edulcorante líquido tiene aspartame, más nocivo que el azúcar refinada.

Deja el estómago un poco vacío

No comas hasta que pienses que vas a explotar. Quedar más que satisfecho para el desayuno no es bueno. Al no saciar el apetito al 100%, el cuerpo tiene más energía y no se siente pesado, como con tres kilos de más. Si comes mucho, el organismo estará una gran parte de la mañana digiriendo los alimentos, por ende, consumiendo energías en eso solo. No podrás concentrarte en nada más, ni para trabajar ni para estudiar. Sólo querrás echarte a dormir una siesta.

Bebe líquido desde la mañana

Atención, que el café y la leche no cuentan. Si el agua, el té (solo) y los zumos naturales, como el de naranja. No sólo mejorarás la función renal y eliminarás las toxinas, sino que además, los últimos estudios indican que estar hidratado mejora la concentración, la memoria y la capacidad de hacer operaciones básicas.

Reduce la ingesta de lácteos

Si sueles tener varios problemas respiratorios, alergias, asmas o reflujo estomacal, puede que una de las causas sea la leche y derivados. Los lácteos también producen mucosa, volviendo más pesadas las tareas del colon, por ejemplo, pero también obstaculizan la absorción de nutrientes, acidificando la sangre y promoviendo la hinchazón. La leche deslactosada no es aconsejable tampoco.

Trata de reducir el consumo de estas leches y si no puedes, empieza a consumir las vegetales (de almendras, de avena, de coco, etc).

Desayuna sentado

Nada de tomar una taza de café mientras te cambias o te maquillas o vistes a tus hijos. Ten el hábito de levantarte quince minutos antes para poder sentarte a desayunar, en lo posible, con tu familia. No desayunes para no salir con el estómago vacío, sino para nutrirte. Ten en cuenta que lo que ingieres en ese momento es la gasolina de tu cuerpo durante una gran parte del día.