Un absceso se forma cuando se forma cuando se acumula pus en un tejido, en un órgano o en un espacio limitado del organismo a causa de una infección. Los abscesos se pueden ubicar tanto externa como internamente, y pueden ser el resultado de una lesión o de la disminución de las defensas necesarias para combatir las infecciones. El área infectada se inflama y se vuelve sensible. La persona puede sentir fatiga, perder el apetito, perder peso y presentar accesos intermitentes de fiebre y escalofrió.

Los abscesos se pueden formar en el cerebro, los pulmones, los dientes, las encías, la pared abdominal, el tracto gastrointestinal, los oídos, las amígdalas, los senos, los senos para nasales, los riñones, la glándula prostática, o prácticamente en cualquier sitio. Las infecciones son el problema de salud más frecuente en el ser humano y son producidas por bacterias, virus, parásitos y hongos.

Aunque algunos abscesos deben ser tratados quirúrgicamente, la mayoría solo requieren antibióticos. Estas drogas matan a las bacterias infecciosas, pero también destruyen las bacterias “amigables” que suelen vivir en el tracto digestivo.

Para curar un absceso es importante guardar reposo y tomar mucho líquido. Para aliviar el dolor, colóquese hielo o compresas de agua caliente en el área afectada.

Consuma piña fresca todos los días. La piña contiene bromelaìna, una enzima que favorece la curación y combate la inflamación. Incluya algas en su dieta, pues es rico en minerales provechosos para la salud.

No olvide además consumir Zinc, B-caroteno, enzimas, vitaminas como A, B, C y E.

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