El premenstrual síndrome (PMS), o síndrome premenstrual, es un trastorno que aflige a muchas mujeres durante una o dos semanas antes del comienzo de la menstruación. Entre los síntomas que puede experimentar la mujer están los siguientes: abdomen inflamado, acné, ansiedad, dolor de espalda, hinchazón y sensibilidad anormal en los senos, cólicos, depresión, antojos alimentarios, desmayos, fatiga, dolor de cabeza, insomnio, dolor en las articulaciones, nerviosismo, erupciones cutáneas, retención de líquidos y cambios de personalidad, como oscilaciones drásticas del estado de ánimo, explosiones de ira y de violencia, y  pensamientos suicidas.

Aunque no hay estadísticas confiables, se calcula que entre el 70 y el 75% de las mujeres experimentan síntomas premenstruales en algún momento. Aproximadamente el 5% presentan síntomas que por su severidad son incapacitantes, y el 30% informan que sus síntomas son tan seros que interfieren el desempeño de sus actividades cotidianas.

Durante muchos años se considero que el PMS era un problema estrictamente sicológico e, incluso, a algunas mujeres le diagnosticaron enfermedades mentales. Pero ahora se sabe, sin lugar a dudas, que el origen del problema es físico. Una de las causas del síndrome premenstrual es el desequilibrio hormonal: por una parte, niveles excesivamente altos de estrógeno y, por otra parte, niveles muy bajos de progesterona. Las fluctuaciones hormonales conducen a retención de liquido, lo cual afecta a la circulación y reduce la cantidad de oxigeno que llega al útero, a los ovarios y al cerebro. Consumir carne roja y productos lácteos puede causar o contribuir a esos desequilibrios hormonales. Otro factor importante en este problema es un nivel inestable de azúcar sanguíneo. El síndrome premenstrual  también se ha relacionado con alergias alimentarias, cambios en el metabolismo de los carbohidratos, hipoglicemia y problemas de absorción de los nutrientes. La dieta es uno de los factores que más influyen en este trastorno.

Consuma abundantes frutas y vegetales frescos, cereal y pan de grano entero, frijol, guisantes, lentejas, nueces y semillas, así como también pollo, pavo y pescado asados a la parrilla. No consuma  sal, carnes rojas, alimentos procesados, comida basura ni comidas rápidas. Elimine de su dieta estos alimentos durante por lo menos una semana antes de la fecha en la que deben empezar a presentarse los síntomas. Eliminar el sodio (especialmente la sal y los alimentos que contienen sal) es particularmente importante para prevenir la inflamación abdominal y la retención de líquido.

Consuma menos productos lácteos. Estos productos bloquean la absorción del magnesio y aumenta su eliminación en la orina. Evite la cafeína. La cafeína se relaciona con la sensibilidad anormal de los senos y es un estimulante del sistema nervioso. También actúan como un diurético y pueden agotar las reservas del organismo de importantes nutrientes.

Añada a su dieta calcio y magnesio, vitamina A y D, complejo B, vitamina B6, vitamina E, Bioflavonoides, Zinc y vitamina C.

Haga ejercicio con regularidad. Caminar aunque sea menos de una milla al día es muy provechoso. El ejercicio aumenta el nivel de oxigeno de la sangre, lo que favorece la absorción de los nutrientes y la eliminación de toxinas.

Para aliviar los cólicos, recurra a los baños de asiento tibios, o utilice una botella de agua caliente. El calor incrementa el flujo sanguíneo hacia la región pélvica y relaja los músculos.

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