También conocida como “huesos frágiles”, la osteoporosis es una enfermedad muy frecuente y caracterizada por una pérdida progresiva de la masa ósea. Las fracturas suceden a veces con el más ligero impacto, como una caída y cualquier otro accidente; son muy dolorosas y su curación es muy lenta. En personas de edad avanzada esto es aún más notable. En muchas ocasiones, para sanar requieren de tiempos prolongados de muchas semanas de inmovilización y reposo en cama, complicándose además con úlceras infectadas de decúbito en la piel y tejidos blandos que causan un problema adicional de tratamientos y pueden ser fatales.

Este problema se presenta con mayor frecuencia en las mujeres. Las causas de esto último pueden ser varias, como la edad y la disminución de los estrógenos, después de la menopausia. También pueden ser debidas a la extirpación quirúrgica de los ovarios. La falta de ejercicio y el tabaquismo son otros factores importantes en su aparición y desarrollo. No obstante lo expuesto, en algunas ocasiones hemos visto hombres jóvenes de 28 años de edad que padecen de esta enfermedad. El tratamiento médico convencional prescribe sobre todo en las mujeres las hormonas femeninas, vitamina D y programas de ejercicios regulares. Lo más que estas medidas prescritas pueden lograr es retardar los efectos de la enfermedad, pero no revertirla. Además, las hormonas sexuales femeninas que se usan no son inocuas y son capaces de introducir cáncer de mama, cáncer en los ovarios y cáncer del útero. El organismo afecto de este padecimiento es incapaz para aprovechar el calcio y la vitamina C sintética. Es claro y definitivo que estos tratamientos son incapaces de restaurar la masa ósea que se pierde.

Un hecho observado de investigación mundial es que las mujeres del sureste asiático que, regularmente, tienen de 6 a 8 niños y estos son amamantados por sus madres, no padecen ellas, las madres, osteoporosis. La enfermedad es desconocida en estas regiones. En referencia a este hecho, el comité de Médicos y Medicina responsable reporta que “…el promedio de consumo de calcio en Singapur es de 389 mg. por día, menos de la mitad recomendada en los EE.UU. Así las cosas, las fracturas son cinco veces menos que en los EE.UU., donde el consumo de calcio es mucho menos. Aún más, el reporte comenta: “El estilo de vida y la dieta son factores que incrementan la pérdida de calcio, incluyendo las proteínas animales, el sodio, la cafeína, fosforo, tabaco y vida sedentaria”. En un estudio se encontró que “…eliminando la carne de la dieta se disminuía las pérdidas de calcio urinario en un 50%”. También se detectó que “al bajar la cantidad de sodio ingerido a la mitad, podían reducirse los requerimientos de calcio en 160 mg. por día. Evitando el tabaco se demostró también sus efectos adversos: los fumadores crónicos tienen un 10% de menor densidad ósea que los no fumadores.

A pesar de las pruebas científicas, en el sentido que el calcio no es la respuesta a la osteoporosis, en Enero de 1967, se inició una nueva campaña publicitaria promoviendo el consumo de leche, patrocinada por el Consejo Nacional de Productores de Leche Líquida. Entre otras cosas, la publicidad enunciaba “con leche en abundancia, la leche es lo mejor de lo mejor”.

El comité Nacional de Medicina Responsable, también, enunció que como el calcio era necesario en la dieta, el calcio que provenían de los vegetales era más biodisponible y mejor asimilado que el contenido en la leche. Para enfatizar esta información añadieron. “El exceso de calcio no engaña a las hormonas para construir más hueso; el exceso de ladrillos haría que el constructor de un proyecto hiciera una casa más grande”.

Cuando la evidencia se acumula, llega a ser cada vez más claro que la osteoporosis como muchas enfermedades degenerativas, es sobre todo, el resultado de hábitos alimenticios incorrectos.

Fuente: Terapia Gerson cura del cáncer y otras enfermedades crónicas (Charlotte Gerson y Beata Bishop)