Solamente se requieren cantidades  ínfimas de manganeso para el metabolismo de las grasas, la salud de los nervios y del sistema inmunológico, y la regulación del azúcar sanguíneo. El manganeso interviene en la producción de energía y es necesario para el crecimiento normal de los huesos y para la reproducción. Así mismo, participa en la formación de los cartílagos y del liquido sinovial (lubricante) de las coyunturas, y es necesario para la síntesis de los huesos.

El manganeso es fundamental para quienes sufren de anemia por deficiencia de hierro, y se requiere para la utilización de las vitaminas B1 y E. Junto con las vitaminas del complejo B, el manganeso produce una sensación generalizada de bienestar. Además, contribuye a la producción  de leche materna y es un elemento clave en la producción de las enzimas necesarias para oxidar las grasas y metabolizar las purinas.

La deficiencia de manganeso puede conducir a aterosclerosis, confusión, convulsiones, problemas oculares y auditivos, alteraciones cardiacas, altos niveles de colesterol, hipertensión, irritabilidad, pérdida de memoria, contracciones musculares, daño pancreático, sudor abundante, aceleración del pulso, bruxismo, temblor y tendencia a presentar problemas de seno.

La mayor cantidad de manganeso se encuentra en el aguacate, las nueces y las semillas, alga marina, granos enteros. También se encuentra en los arándanos, yema de huevo, legumbres, guisantes secos, piña, vegetales de hoja verde, alfalfa, manzanilla, diente de león, gordolobo, limoncillo, hierbabuena,  frambuesa.