Sin excepción, todas las células vivas de este planeta dependen de los minerales para funcionar correctamente y tener una estructura adecuada. Los minerales son necesarios para la correcta composición de los fluidos corporales, para la producción de sangre, para la formación de los huesos, para la conservación de una sana función nerviosa y para la regulación del tono muscular, incluyendo los músculos del sistema cardiovascular. Al igual que las vitaminas, los minerales funcionan como coenzimas que le permiten al organismo desempeñar sus funciones, entre las cuales están producir energía, crecer y curarse. Como en todas las actividades enzimáticas intervienen los minerales, estos son esenciales para la adecuada utilización de vitaminas y otros nutrientes.
Al igual que todo lo que existe en la naturaleza, el organismo humano debe tener un correcto equilibrio químico. Ese equilibrio depende del nivel de los distintos minerales del organismo y, en especial, de la promoción entre algunos de ellos. El nivel de cada mineral del organismo influye en todos los demás, de manera que si uno está desequilibrado, todos los demás se afectan. Cuando la situación no se corrige, se desata una serie de desequilibrios que terminan en problemas de salud.
Los minerales son elementos que se encuentran en estado natural de la tierra. Las formaciones rocosas se componen de sales minerales. Desde el punto de vista de la nutrición, los elementos minerales corresponden a dos grupos: los macro minerales (los cuales se encuentran en el organismo en cantidades apreciables) y los micro minerales (los cuales solo aparecen en el organismo en cantidades muy pequeñas). Entre los macro minerales se encuentran el calcio, magnesio, sodio, potasio y fosforo. Estos minerales se necesitan en mayor cantidad que los micro minerales. Aunque solo se necesitan en cantidades ínfimas, los micro minerales son importantes para gozar de una buena salud. Entre estos minerales están el boro, cromo, cobre, germanio, yodo, hierro, manganeso, selenio, silicio, azufre y zinc.
Debido a que los minerales se almacenan básicamente en los tejidos de los huesos y de los músculos, se puede desarrollar toxicidad si se consumen en cantidades excesivamente altas. No obstante, esta situación no es frecuente, porque sería necesario ingerir cantidades masivas de minerales durante periodos muy prolongados para que se acumularan hasta alcanzar niveles tóxicos.
Cuando se ha absorbido un mineral, la sangre tiene que transportarlo a las células. El mineral tiene que traspasar luego las membranas celulares de forma tal que pueda ser utilizado por las células. Después de entrar en el organismo, los minerales compiten entre sí para ser absorbidos. Por ejemplo, una cantidad muy grande de zinc puede agotar las existencias de cobre del organismo, y un consumo excesivo de calcio puede afectar a la absorción de magnesio. En consecuencia, los suplementos minerales siempre se deben tomar en cantidades equilibradas.
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