Antes se pensaba que la senilidad era consecuencia inevitable del proceso de envejecimiento. Sin embargo, hoy en día se sabe que la senilidad es una enfermedad con bases físicas y, de hecho, no es muy común. Se trata de un trastorno en el hecho, no es demasiado común. Se trata de un trastorno en el cual el funcionamiento cerebral, o algunos aspectos de su funcionamiento, declinan tanto que se produce incapacidad mental. Entre las consecuencias de la senilidad están falta de memoria, apocamiento, depresión, agitación, dificultad para asimilar información nueva pérdida de las reacciones emocionales normales. Este trastorno suele agravarse progresivamente. Entre las complicaciones que se pueden presentar están lesiones (fundamentalmente por caídas), nutrición inadecuada, estreñimiento y diversas infecciones.

La demencia puede originarse en diversas enfermedades que afectan al funcionamiento del cerebro. También se puede deber a deficiencias nutricionales, en especial cuando el individuo ha consumido alcohol o drogas de manera crónica o durante periodos muy lagos.

Muchas personas que sufren de demencia senil, según el diagnostico que han recibido, en realidad tienen seudodemencia. Los síntomas se parecen mucho a los de la demencia, pero son causados por depresión, sordera, tumor cerebral, problema de tiroides, trastorno hepático renales, uso de algunas drogas u otros problemas. Para que el diagnóstico sea acertado es preciso que un profesional idóneo, de preferencia un especialista en este campo, le realice al paciente un examen físico y psicológico completo.

La demencia se considera incurable. No obstante, puede ayudar una dieta adecuada y tomar suplementos nutricionales. Cuando compre sus suplementos evite los de recubrimiento grueso y los de liberación gradual porque al organismo se le dificulta descomponerlos . Elija, en cambio, productos líquidos, en polvo o sublinguales.

Entre el 50 y 75 por ciento de su dieta debe constituir en alimentos crudos, junto con semillas, cereales y panes de grano entero, nueces crudas, yogurt y productos agrios.

Tome muchos líquidos, incluso si no tiene sed. Al ir envejeciendo, nuestro “ sistema de sed” deja de funcionar como debiera.