Con frecuencia se suele consultar sobre qué cosas se deben o no comer: una proteína después de hacer ejercicio, el tipo de arroz, los granos integrales, el pescado o los mariscos, por ejemplo. La respuesta a estas consultas es (casi) siempre la misma: tal vez sí, tal vez no. A veces. Depende.
¿Por qué? Porque “cada persona es un mundo” y lo que le hace bien a una, quizás no es bueno para otra. Todo es según la cantidad que consumas. Igualmente, en este artículo conocerás cuáles son las 5 comidas que nunca deberías consumir.
Comidas menos aconsejadas
Si bien es cierto que hay alimentos que pueden ser más peligrosos que otros y que existen comidas recomendadas porque son más saludables, la verdad es que no podemos catalogar de “buena o mala” a la comida. Es comida, diferente en cada caso, con mayores o menores efectos colaterales para tu salud.
Los cinco alimentos que nunca debes comer
Los que no te gustan
No nos puede encantar cada platillo que sirven o que está en el menú de un restaurante. Entonces, ¿por qué pasarlo mal? La comida es nuestro sustento, eso es cierto, pero a la vez es placer y disfrute, es amor y éxtasis culinario. Si sabe bien, perfecto. Si no te gusta, no te obligues a comerlo. Muchas personas “odian” cierto alimento, pero lo siguen comiendo porque creen que es bueno para ellas.
Esto no es verdad. Si no te gusta, no es bueno para ti. Claro que puede tener beneficios nutricionales, pero igual que 1 millón de otros alimentos que podrías disfrutar de verdad. “Comida sana” no solo es brócoli al vapor y pechuga de pollo a la plancha. Trata de ser creativo y hacer que tus papilas gustativas disfruten mientras mantienes tu salud.
Los que hacen que tu cuerpo se sienta mal
Puede ser tu estómago, tu cabeza o tus articulaciones. Puede que algo te encante pero después de comerlo te sientas hinchado, letárgico y, generalmente, incómodo.
Esto pasa con cualquier tipo de comida, según la persona, aunque las harinas blancas, los lácteos y las carnes suelen llevarse todos los premios. Decidido evitar aquellos alimentos el 99% de las veces. El 1% restante es para darte un gusto, pero atención: sin exagerar su consumo. Al considerar este tipo de consumo ocasional “comida especial”, la disfrutarás mucho más. No olvides que si comes en demasía luego te sentirás fatal.
Los que te hacen sentir culpable
Sabes exactamente de qué estamos hablando. Pasas todo el fin de semana comiendo pasteles, brownies, helados, patatas fritas, pollo frito, panqueques o crepes, dulces, tacos… y te despiertas el lunes con una resaca alimentaria masiva y un sentimiento de culpa que parece que no desaparecerá aunque te pases toda la semana a manzana y ensalada de tomate y zanahoria.
Por supuesto que esto ocurre: te castigas fuertemente durante los siguientes días siguiendo una dieta estricta e imposible de cumplir. Al igual que ocurre luego de una borrachera, te prometes no hacerlo otra vez (aunque ni tú mismo te lo crees porque repetirás el ciclo el siguiente fin de semana).
La culpa por comer es horrible. No sirve para nada. La vergüenza de comer de manera menos saludablemente durante un corto periodo de tiempo te lleva a no sentirte a gusto con tu cuerpo y a obligarte a consumir cosas que quizás no te gustan “solo porque son sanas”. Esta no es una técnica recomendable por varias razones. Primero, porque no vas a perder la grasa ya consumida y segundo, porque el estómago no comprenderá qué está ocurriendo. Puede que lo vuelvas más sensible si comes sano de lunes a viernes y luego no escatimas en ingredientes, grasas, condimentos y azúcares los sábados y domingos.
Si sueles tener fiestas, salidas o pedir al delivery o comida a domicilio los fines de semana, no comas en demasía. Lleva una dieta más equilibrada. No comas lo que luego te hace sentir culpable porque, después de todo, la comida debe ser increíble antes y después de ingerirla. Si al terminar el plato te sientes mal y culpable ¿realmente vale la pena?
Los que simplemente no puedes dejar de comer
Si hay un alimento que no puedes parar de comer, que hasta que el paquete no se termina no dejas de introducirlo en tu boca, si no importa la hora que sea lo quieres comer, si alguien más tiene que decirte “basta” y si tienes muchos deseos de comerlo sobre todo cuando no lo tienes en casa… entonces, es una comida que debes eliminar de tu alimentación.
Cuando pensamos en los alimentos que no podemos dejar de comer, que son adictivos, seguro se vienen a la mente las patatas fritas, los chocolates, las hamburguesas y las pizzas. Todos estos “alimentos” alteran químicamente tus respuestas en el cerebro y pueden llegar a ser muy adictivos. Pero no solo se aplica a la comida chatarra: también podemos ser adictos a los alimentos saludables.
Quizás una mermelada o jalea de fresas, las galletas caseras de tu abuela o una ensalada multicolor, aunque los casos son menores. Si es que no puedes dejar de comer las coles de Bruselas, ¡lo tienes permitido!
Los que no son comida
El jarabe de maíz de alta fructosa no es comida. El almidón de maíz modificado no es comida. Los colorantes y sabores artificiales no son alimentos. La celulosa (pulpa de madera que a menudo se encuentran en el queso rallado) no es comida.
¿El propilenglicol? Tampoco es comida. Sin embargo, las industrias alimentarias grandes los añaden entre sus ingredientes (y muchos más que aquí no detallamos).
Estos ingredientes sirven para muchas cosas, como por ejemplo, ahorrar dinero a la compañía, ayudar a otra empresa, crear una adicción por parte de los consumidores, usar cosas más baratas y que duren más, pero no para tu salud.
Lo mejor que puedes hacer es preparar tu propia comida con ingredientes reales y productos orgánicos (o locales) y usar proteína animal de alta calidad (carne de res alimentada con pasto, no con antibióticos y hormonas, pescado que no sea de criadero, pollos que vivan en una gran extensión de campo, etc). Revisa cada etiqueta individual y si hay un ingrediente que no reconoces, es probable que no sea comida.
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