Podría decirse que se trata de un término “moderno”, o que los productos lácteos cada vez contienen más elementos que son malos para nuestra salud. O quizás, que prestamos mayor atención a los síntomas o efectos que produce la comida en nuestro organismo. ¿Cómo saber si se es intolerante a la lactosa? Entérate en este artículo.

Intolerancia a la lactosa: ¿Qué es?

Antes de poder determinar si se es o no intolerante a la lactosa, es preciso conocer un poco sobre este desequilibrio o dolencia que afecta a miles de personas en todo el mundo.

Básicamente ocurre cuando una persona luego de consumir, sobre todo, leche (pero también puede ocurrir con sus derivados como el yogur, la nata, el queso, la crema, etc.) tiene problemas digestivos. El malestar se produce debido a un déficit en la producción de una enzima denominada lactasa (que se crea en el intestino), que tiene la capacidad de descomponer la lactosa.

Muchas personas pueden tener intolerancia a la lactosa. Algunos la padecen en cierta etapa de la vida y luego “se curan”, y otros, desde un momento determinado y para toda la vida. Este problema no es muy usual en los bebés, salvo en los casos de prematuros, que la experimentan durante algunas semanas nada más.

Numerosas investigaciones han determinado que en la adultez es cuando más aparecen los síntomas. Esto puede estar relacionado con el tipo de alimentación que se lleva a cabo durante muchos años, por ejemplo.

Asimismo, también han indicado que, si bien este problema puede ser sufrido en cualquier parte del mundo, existen algunos grupos más propensos. Estos son: asiático-americanos, nativos americanos o amerindios, afroamericanos, hispanos o latinos y personas con ascendencia en el sur de Europa.

Si el intestino está dañado, puede producir menos lactasa. Las razones por las cuales un paciente tiene resentido este órgano pueden ser: infecciones, lesiones, cirugía, enfermedad celíaca o enfermedad de Crohn.

Síntomas frecuentes de la intolerancia a la lactosa

Diarrea.
Náuseas.
Gases.
Cólico o dolor abdominal (entre las caderas y el pecho).
Sensación de pesadez e hinchazón estomacal.

Se puede diagnosticar cuando la persona padece uno o varios de estos signos luego de consumir lácteos o bien con estudios médicos:

Aliento. Esta prueba consiste en beber un líquido con lactosa y luego examinar el aliento para verificar si se ha digerido correctamente o no.

Heces. Este test se realiza sobre todo en los bebés y sirve para determinar cuánto digieren la lactosa.
Intolerancia a la lactosa

Más preguntas (y sus respuestas) sobre la intolerancia a la lactosa

Para controlar uno o varios síntomas relacionados con la intolerancia a la lactosa, se recomienda hacer algunos cambios en la dieta. Es posible que puedas tolerar mejor los lácteos si los consumes menos y vas aumentando de a poco las cantidades.

Por ejemplo, comienza con una taza de leche cada tres días o un yogur a la semana. A medida que te vayas acostumbrando, aumenta la cantidad o disminuye el espacio entre ingestas.

Siempre tienes que prestar atención a cómo te sientes después de consumir ese alimento. Trata, por ejemplo, de beber leche desnatada, que es más “aguada”, o también quesos no muy fermentados (como puede ser el roquefort).

Presta atención a este listado de alimentos que contienen lactosa y que pueden estar afectando tu digestión:

Helados.
Crema.
Mantequilla.
Queso.
Nata.
Requesón.
Leche.
Requesón.

Ten cuidado porque algunos alimentos procesados pueden contener pequeñas o medianas cantidades de lactosa también. Por ejemplo:

Waffles o panqueques.
Mezclas para hacer pasteles y galletas.
Cereales de caja.
Panes y otros productos horneados.
Margarina.
Sopas instantáneas.
Aderezo para ensaladas.
Cremas batidas.
Crema para café.
Leche en polvo.

¿Y qué pasa con el calcio?

Existen voces a favor y otras en contra en relación a las bondades de los lácteos para aportarnos el calcio que necesitamos para estar sanos y fuertes. Algunos indican que la leche es la mejor fuente de calcio que existe y otros afirman que hay alimentos con niveles mucho más altos de este nutriente.

Si eres intolerante a la lactosa “oficialmente” pero tienes miedo de sufrir problemas en los huesos, por ejemplo, por la falta de calcio, quizás te convenga empezar a añadir otro tipo de alimentos en tu dieta diaria:

Salmón enlatado
Sardina enlatada
Brócoli
Brocoli calcio
Espinaca.
Acelga.
Naranja.
Nuez de Brasil.
Lentejas.
Almendras.
Frijoles secos.

Por otra parte, es bueno saber que el cuerpo necesita vitamina D para absorber mejor el calcio. Esta se obtiene comiendo huevos, hígado y pescado azul (salmón, sardina, atún). Si, por ejemplo, eres vegetariano, puedes aumentar la producción de esta vitamina tomando 15 minutos de sol por día, siempre respetando los horarios convenientes y aquellos que no lo son (dicen que el mejor sol es el primero de la mañana: evita exponerte a los rayos UV entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde).

Finalmente, para no tener problemas con la absorción de calcio, se aconseja evitar consumir refrescos (sobre todo los tipo “cola”), té, café y chocolate con las comidas o muy cerca de las ingestas. Estos alimentos evitan que este nutriente tan esencial para nuestro organismo llegue a los órganos de manera adecuada.