Son bastantes las enfermedades que pueden afectar a los riñones. Los riñones pueden sufrir daño por exposición a algunos medicamentos o toxinas, entre ellos  metales pesados, solventes, agentes quimioterapéuticos, veneno de serpiente o de insecto, hongos venenosos y pesticidas. La alteración de la función renal también puede deberse a otras enfermedades, como diabetes, lupus, hipertensión y enfermedades del hígado.

La enfermedad de Bright es una enfermedad de los riñones que se caracteriza por la presencia de proteína sanguínea en la orina, junto con hipertensión y edema (retención de agua en los tejidos). La glomerulonefritis  es la inflamación de los elementos  de filtrado de los riñones. El origen de esta enfermedad puede ser una reacción inmunológica a alguna infección,  como infección de la garganta por estreptococos. La pielonefritis es la infección de los riñones. Tanto la glomerulonefritis como la pielonefritis pueden ser crónicas o agudas, y ambas pueden revestir gravedad. La hidronefrosis es una condición  en la cual los riñones y la pelvis renal (la estructura que recibe la orina de los riñones) se llenan de orina debido a obstrucción del flujo urinario. Los cálculos renales son acumulaciones de minerales (especialmente calcio) en los riñones. En la acidosis tubular renal, los riñones no reabsorben normalmente el bicarbonato; en consecuencia, se altera tanto la producción de amoniaco como la excreción de ácido. Esto puede dar por resultado deshidratación severa, acidosis, agotamiento del potasio y trastornos óseos. El síndrome nefrótico no es una enfermedad, pero puede ser señal de que existe una enfermedad renal. Se caracteriza por edema y exceso de proteína en la orina, y puede ser causado por inflamación de los glomérulos (pequeñas estructuras renales compuestas de vasos capilares) o por enfermedades crónicas, como diabetes o lupus.

Cuando los riñones no excretan adecuadamente la sal y otros desechos, se desarrolla adema. Los desechos tóxicos se acumulan en el torrente sanguíneo por el mal funcionamiento de los riñones. Esta condición se denomina uremia. Entre los síntomas de problemas renales  están escalofrío, fiebre, urgencia urinaria, retención de fluido (sensación de llenadura), dolor abdominal, inapetencia, dolor de espalda, náuseas y vomito. La orina puede verse turbia o puede contener sangre. El dolor de espalda, que suele ser súbito y severo, se presenta usualmente encima de la cintura y baja hacia la ingle.

Su dieta debe componerse en un 75% de alimentos crudos. Consuma ajo, papa, esparrago, perejil, berros, apio, pepinos, papaya, banana y vegetales verdes. Incluya en su dieta legumbres, semillas y soya. Estos alimentos contienen el aminoácido arginina, que es provechoso para los riñones. Agregue también dosis buenas de B6, colina, inositol, Vitamina C, Bioflavonoides, Calcio, Magnesio, Metionina, Vitamina A, complejo B, B2, Vitamina E y Zinc.

Reduzca su consumo de potasio, no utilice sal. Evite las hojas de betabel, el chocolate, huevos, pescado, carne, espinacas y el té. Elimine la proteína de origen animal, productos lácteos como yogur y queso cottage.

Tome entre 6 y 8 vasos de agua al día. Tomar agua de buena calidad es esencial para el correcto funcionamiento del tracto urinario.

Algunas enfermedades infecciosas, como el sarampión, la fiebre escarlata y la amigdalitis, pueden causarle daño a los riñones cuando no se trata adecuada y completamente.

 

 

 

Balch, P. A. (2000). Recetas Nutritivas Que Curan (2.a ed.). Avery Trade.