La esclerosis múltiple es una enfermedad progresiva y degenerativa del sistema nervioso. Esta enfermedad afecta a diversas partes del sistema nervioso, entre ellas el cerebro, el nervio óptico y la medula espinal, destruyendo la vaina de mielina que cubre los nervios y produciendo tejido cicatricial llamado placa, lo que a la larga conduce a la destrucción de los nervios.

Este proceso se conoce como esclerosis.

Dependiendo de la porción o de las porciones del sistema nervioso que estén afectadas, los síntomas varían entre las distintas personas. En las etapas iniciales de la enfermedad, la persona puede presentar vahídos, cambios emocionales y/o depresión, problemas oculares como visión borrosa o visión doble, sensación de hormigueo y/o adormecimiento, especialmente de las manos y los pies, perdida de equilibrio y/o de la coordinación, rigidez muscular, náuseas y vómito, lenguaje atropellado y confuso, temblor, sensación vaga de debilidad y/o fatiga, y dificultad respiratoria. Los hombres pueden presentar impotencia. A medida que la enfermedad avanza, el paciente empieza a tambalearse y a caminar con dificultad. En las etapas avanzadas de la esclerosis múltiple, los movimientos se vuelven más espásticos y se puede presentar parálisis y dificultad para respirar. En esas etapas se suelen presentar problemas de vejiga e intestino, especialmente incontinencia o urgencia urinaria crónica. Además, el paciente puede experimentar fatiga extrema, uno de los síntomas más incapacitantes de la esclerosis múltiple.

El desarrollo de esta enfermedad es variable puede  ser relativamente benigno (pocos ataques de naturaleza leve a lo largo de décadas), o puede ser rápido y totalmente incapacitante. Pero por lo regular su desarrollo es lento, desaparece temporalmente y vuelve a aparecer de modo intermitente. Los ataques suelen ser más severos cada vez.

La causa de la esclerosis múltiple no se conoce, pero una creencia generalizada es que se trata de una enfermedad autoinmune en la cual los glóbulos blancos de la sangre atacan las vainas de mielina de los nervios como si se tratara de sustancias ajenas al organismo. El estrés y la malnutrición, derivada de la mala absorción  de los nutrientes o de una dieta inadecuada, suelen preceder el inicio de la enfermedad. Algunos expertos piensan que un virus aún no identificado podría ser el causante Posiblemente la herencia también interviene.

La esclerosis múltiple se puede diagnosticar entre los 25 y 40 años. La enfermedad afecta casi dos veces más a las mujeres que a los hombres, y solo en raras ocasiones se presenta en niños y en personas mayores de 60 años.

Aliméntese solo con productos cultivados con productos cultivados orgánicamente y que no hayan sido tratados con sustancias químicas ni aditivos, entre ellos huevos, frutas, granos sin gluten, nueces y semillas crudas, vegetales y aceites vegetales prensados en frío. Consuma abundante alfalfa y brotes crudos, así como también muchos vegetales hojosos  de color oscuro porqué son buenas fuentes de vitamina K. Añada a su dieta buenas dosis de  Coenzima Q-10, Complejo B, B6, B12, Colina, inositol, calcio, Magnesio, Potasio, Selenio, Vitamina A, Betacarotenos, Vitamina C, D y E.

Evite los siguientes productos: alcohol, cebada, chocolate, café, productos lácteos, alimentos fritos, alimentos condimentados, alimentos refinados, carne, sal, especias, alimentos procesados, enlatados o congelados.

Evite el estrés y la ansiedad. Los episodios de exacerbación de la esclerosis suelen ir precedidos de un trauma o de un periodo de perturbación emocional.

Un sistema inmunológico fuerte puede impedir que se desarrolle la esclerosis múltiple ayudándole al organismo a evitar las infecciones que suelen preceder al inicio de la enfermedad.