Las hemorroides son dilataciones venosas en el ano y en el recto (la porción final del colon). Las hemorroides se parecen mucho a las venas varices, pues se dilatan y pierden elasticidad, lo que lleva al desarrollo de protuberancias en el conducto anal. Entre los factores que suelen producir y agravar las hemorroides están permanecer sentado o parado durante periodos largos, levantar objetos pesados (o levantar objetos relativamente livianos, pero de manera inadecuada) hacer mucho esfuerzo para evacuar el intestino (especialmente cuando hay estreñimiento, aun cuando la diarrea acompañada de espasmos involuntarios también puede exacerbar el problema), embarazo, obesidad, falta de ejercicio, mal funcionamiento del hígado, alergias alimentarias y consumo insuficiente de fibra en la dieta.

Entre los síntomas más comunes de las hemorroides están prurito, escozor, dolor, inflamación, irritación, exudación y sangrado. El sangrado rectal puede ser atemorizante, pero aunque indica que algo anda mal en el sistema digestivo, no es necesariamente señal de una enfermedad grave.

Dependiendo de la ubicación, la severidad, el dolor y el  malestar que producen, las hemorroides corresponden a las siguientes clasificaciones:

  • Internas: Las hemorroides internas se localizan dentro del recto y no suelen ser dolorosas, especialmente cuando se encuentran encima de la línea anorrectal. Sin embargo, tienden a sangrar. Cuando lo hacen, la sangre es de color rojo brillante.
  • Externas: El término que se utilizaba antes para referirse a las hemorroides externas era “almorranas”. Esta clase de hemorroides se desarrollan por debajo de la piel en la apertura de la cavidad anal. Cuando las hemorroides externas se inflaman, el tejido del área afectada se vuelve duro y sensible, y adquiere una coloración azulosa o purpura. Estas hemorroides suelen ser sumamente dolorosas.
  • Prolapsadas: Este término se refiere a las hemorroides internas que colapsan y salen del ano, junto con mucosidad y sangrado abundantes. Las hemorroides prolapsadas se pueden trombosar, es decir, pueden formar coágulos internos que impiden que se contraigan. Las hemorroides trombosadas suelen ser sumamente dolorosas.

Solo los seres humanos presentan hemorroides. Ninguna otra criatura sufre de este problema. Esto podría indicar que nuestros hábitos dietéticos y nutricionales desempeñan un papel mucho más importante que cualquier otro factor en este trastorno. Entre el 50 y 75% de la población desarrolla hemorroides en algún momento, aunque mucha gente no se dé cuenta de ello. Las hemorroides se pueden presentar a cualquier edad, pero tienden a ser más frecuentes a medida que la persona envejece.

Consuma alimentos con alto contenido de fibra, como salvado de trigo, frutas frescas y casi todos los vegetales. Los siguientes alimentos son provechosos: manzana, nueces de Brasil, brócoli, alimentos de la familia del repollo, zanahoria, frijol verde, pera, guisantes y granos enteros. Para prevenir y tratar las hemorroides, quizá lo más importante es hacer una dieta alta en fibra. Beba abundantes  líquidos, especialmente agua (destilada al vapor). El agua es la mejor sustancia y la más natural para ablandar la materia fecal. Además, previene el estreñimiento. Incluya a su dieta calcio, magnesio, Vitamina C, Bioflavonoides, Vitamina E, Complejo B, B6, B12, Colina, Inositol, Q10, Potasio, b-caroteno, Vitamina A y D.

Evite las grasas y los productos de origen animal. Las dietas ricas en proteínas y en carne roja son especialmente difíciles para el tracto digestivo.

Aprenda a levantar correctamente los objetos. No doble la espalda sino las rodillas. No sostenga la respiración mientras levanta el objeto; esto le añade una presión enorme a los vasos sanguíneos hemorroidales. Más bien, tome bastante aire y suéltelo en el momento de levantar el objeto.

Dependiendo de la ubicación del problema y de su severidad, los médicos se valen actualmente de los siguientes tratamientos para las hemorroides:

  • Medidas conservadoras: Los suplementos de fibra y de los tratamientos caseros ayudan en la mayoría de los casos, excepto cuando las hemorroides están trombosadas.
  • Fotocoagulación con rayos infrarrojos: Esta técnica implica utilizar calor infrarrojo para tratar las hemorroides internas leves. Esta técnica es menos dolorosa que la ligadura, pero su eficacia no siempre es igual
  • Escleroterapia: Esta técnica utiliza inyecciones de soluciones esclerosantes de quinina y urea, o de fenol, para contraer las hemorroides internas y detener el sangrado. Las inyecciones se aplican directamente en las hemorroides.
  • Tratamiento con rayo láser: Este tratamiento ha ganado popularidad en los últimos años, y se considera el método más fácil y menos doloroso para manejar las hemorroides internas. No obstante, su eficacia es motivo de controversia pues a menudo se requiere repetir el tratamiento.
  • Ligadura: Este es el tratamiento más utilizado hoy en día para tratar las hemorroides internas. Se realiza atando un pequeño caucho en la base del vaso sanguíneo. Cuando la circulación se suspende en ese vaso sanguíneo, el vaso se desprende y el caucho se elimina junto con los desechos del organismo. Este tratamiento también debe repetirse en algunas ocasiones y es doloroso.
  • Cirugía: Hay hemorroides que no mejoran con ninguno de los tratamientos mencionados y, por tanto, requieren cirugía.

 

 

Balch, P. A., & Balch, P. A. (2000b). Recetas Nutritivas Que Curan (2.a ed.). Avery.