El yodo, que solo se necesita en cantidades ínfimas, ayuda a metabolizar el exceso de grasa y es importante para el desarrollo físico y mental. También se requiere para la salud de la glándula tiroides y para prevenir el bocio. La deficiencia de yodo en los niños puede producir retardo mental. Además, la deficiencia de este micro mineral se ha relacionado con cáncer de seno y con fatiga, hipotiroidismo neonatal (cretinismo) y aumento de peso. Un consumo excesivo de yodo produce sabor a metal y ulceras en la boca, tumefacción de las glándulas salivales, diarrea y vomito.

Alimentos ricos en yodo son: sal yodada, mariscos, pescado de agua salada y algas. También contienen yodo los espárragos, el dulce, ajo, hongos, habas, sal de mar, ajonjolí, soya, espinaca y hojas de nabo.

Algunos alimentos bloquean la absorción del yodo por parte de la glándula tiroides cuando se consumen crudos y en gran cantidad. Entre estos alimentos están: col, coliflor, durazno, pera, espinaca y nabo. Si su glándula tiroides es poco activa, restrinja el consumo de estos alimentos.