La fiebre es un aumento de la temperatura corporal. No es una enfermedad, sino un síntoma de enfermedad.

La temperatura normal del cuerpo es entre 36°C y 37°C. No es preciso preocuparse a menos que la temperatura  supere los 38.2°C en una persona adulta, o los 39°C en un niño. De hecho, la fiebre suele ser provechosa para el organismo, ya que es un mecanismo de defensa que se activa para destruir microbios perjudiciales. Una parte del cerebro llamado hipotálamo regula la temperatura corporal controlando la perdida de calor, en especial de la piel. Cuando microbios destructivos o células tumorales invaden el organismo, las células del sistema inmunológico que se aprestan a combatirlos liberan proteínas para indicarle al hipotálamo que debe elevar la temperatura.

No obstante, hay situaciones en las cuales la fiebre puede ocasionar problemas. Una fiebre moderadamente alta puede representar un riesgo para las personas que tienen problemas cardiacos, pues se acelera el latido cardiaco y el corazón debe trabajar más, lo que puede conducir a la irregularidad del ritmo cardiaco, dolores en el pecho o, incluso, ataque cardiaco. La fiebre demasiado alta durante el primer trimestre de embarazo puede provocar defectos de nacimiento en el feto. La fiebre que pasa de 40°C, especialmente durante periodos prolongados, puede producir deshidratación y lesión cerebral. Además, la fiebre produce malestar.

Mientras tenga fiebre, descanse mucho. Evite los cambios bruscos de temperatura. Consuma grandes cantidades de líquidos para evitar la deshidratación  y eliminar las toxinas. Añada a su alimentación dosis buenas de vitamina A y vitamina C. No tome suplementos que contengan hierro o zinc. Cuando hay infección el organismo trata de “ocultar” el hierro en los tejidos en un esfuerzo por impedir que el organismo infeccioso lo aproveche para nutrirse. Por tanto tomar suplementos que contienen hierro le impone un esfuerzo adicional al organismo, que está dedicado a combatir la infección. Cuando hay fiebre, el zinc no se absorbe correctamente.

Para enfriar el cuerpo, dese baños de agua fría con esponja. No utilice alcohol para friccionar, pues genera emanaciones malsanas.

 

Phyllis A. Balch. (2000). Los problemas de salud. En Recetas Nutritivas que curan(339, 340). New York: Avery.