Flebitis significa inflamación de una vena. Esta alteración se presenta habitualmente en las extremidades y, en particular, en las piernas. Cuando la inflamación se relaciona con la formación de un trombo (coagulo sanguíneo) en la vena, se denomina tromboflebitis.

La tromboflebitis puede ser superficial o profunda. Se considera superficial cuando afecta a una vena subcutánea, es decir, a una de las venas que se encuentran cerca de la superficie de la piel. En la tromboflebitis superficial la vena afectada  se siente al tacto más dura de lo normal, y por lo regular se ve como una línea rojiza bajo la piel. Además, se hincha y duele.

Cuando el compromiso venoso está muy extendido, los vasos linfáticos (vasos de paredes delgadas que transportan fluido de los tejidos hacia el torrente sanguíneo) se pueden inflamar. La trombosis superficial es una dolencia relativamente común. Entre los factores que promueven el desarrollo de coágulos superficiales se cuentan los traumas, las infecciones, permanecer de pie durante periodos largos, la falta de ejercicio y la administración intravenosa de medicamentos. El embarazo, las venas varices, la obesidad y el habito de fumar aumentan el riesgo de desarrollar tromboflebitis superficial. La tromboflebitis también se puede asociar con intolerancia o alergia a ciertos agentes del medio ambiente. El diagnostico se basa, por lo regular, en hallazgos físicos y/o en una historia médica que revele la existencia de factores importantes de riesgo.

La tromboflebitis profunda (conocida también como trombosis venosa profunda) afecta a las venas intermusculares o intramusculares que se encuentran bastante debajo de la superficie de la piel. Esta alteración es mucho más grave que la tromboflebitis superficial, porque las venas afectadas son más grandes y se ubican profundamente dentro de la musculatura de la pierna. Estas venas son responsables de movilizar el 90% de la sangre que fluye de regreso al corazón desde las piernas. Entre los síntomas de la tromboflebitis profunda están dolor, sensación de calor, edema y/o coloración azulosa de la piel de la extremidad afectada. En algunas ocasiones (pero no con frecuencia), estos síntomas se presentan acompañados de fiebre y escalofrío. El dolor, que es profundo, empeora al estar de pie o al caminar, y mejora con el descanso, especialmente cuando se eleva la pierna. Las venas que se encuentran directamente por debajo de la piel se dilatan y se vuelven más visibles.

El peligro principal de la tromboflebitis profunda estriba en que el flujo sanguíneo a través de las venas se restringe marcadamente, lo que puede llevar a insuficiencia venosa crónica, un trastorno que se caracteriza por hinchazón, aumento de la pigmentación, dermatitis y ulceración de la pierna afectada. La tromboflebitis profunda puede, incluso, poner en peligro la vida cuando el coagulo sanguíneo se desprende del recubrimiento de la vena y se moviliza por el torrente sanguíneo hacia el corazón, un pulmón o el cerebro, alojándose en un vaso sanguíneo e interrumpiendo la circulación hacia esos órganos vitales.

La causa por la cual se forman coágulos en las venas no se conoce. Es probable que en la mayoría de los casos los coágulos se originen en lesiones menores del revestimiento interior de los vasos sanguíneos. Por ejemplo, cuando el revestimiento del vaso sufre una rasgadura microscópica, se inicia el proceso de coagulación, una parte normal del proceso de reparación del organismo. Las plaquetas se agrupan para proteger el área lesionada y se inicia una serie de procesos bioquímicos que conducen a la transformación del fibrinógeno (una proteína sanguínea circulante) en filamentos de fibrina insoluble  que se depositan y forman una red que atrapa células sanguíneas, plasma y más plaquetas. El resultado es un coagulo sanguíneo. Otras posibles causas de la formación de trombos profundos son tendencia a coagular anormalmente, mala circulación, algunos tipos de cáncer y síndrome de Behcet, un mal que afecta a los vasos sanguíneos pequeños y predispone al individuo a la formación de coágulos.

Cualquier persona puede sufrir de tromboflebitis, aunque es más frecuente en las mujeres que en los hombres.

Consuma abundantes frutas y vegetales frescos, nueces y semillas crudas, productos de soya y granos enteros, además de dosis buenas de Q10, Calcio y Magnesio, cisteína, metionina, Vitamina C, Bioflavonoides, Vitamina E y Zinc. Reduzca su consumo de carne roja. Mejor aún, elimínela. No consuma productos lácteos, alimentos fritos o salados, ni aceites vegetales procesados o parcialmente hidrogenados.

Haga ejercicio con regularidad y moderación. Caminar y nadar, entre otros ejercicios, mejoran la circulación y previenen la inactividad de las venas, lo que disminuye la tendencia de formación de coágulos.  Elimine el tabaco, fumar constriñe los vasos sanguíneos, lo que se traduce en mala circulación y en debilitamiento del flujo sanguíneo. No utilice prendas apretadas que puedan afectar la circulación.

Todos los días acuéstese durante 15 minutos con los pies más elevados que la cabeza. Esto es particularmente provechoso para las personas que tienen que permanecer de pie durante mucho tiempo. Si tiene que permanecer en cama, mueva las piernas lo más que pueda para contrarrestar el estancamiento de la sangre en las venas.

 

Phyllis A. Balch. (2000). Recetas nutritivas que curan. New York: AVERY.