Las arrugas se forman cuando la piel pierde su elasticidad. Mientras la piel sea elástica, cualquier arruga o pliegue desaparece tan pronto como la persona deja de hacer la expresión que lo origino. Sin embargo, la piel que ha perdido elasticidad retiene las líneas que se forman por ejemplo al reír o al fruncir el ceño, incluso después de adoptar una expresión más natural. Con el tiempo, esas líneas se vuelven profundas y se convierten en arrugas.

Un resultado inevitable del envejecimiento es la formación de cierta cantidad de arrugas; no importa lo que hagamos para evitarlas, si vivimos lo suficiente nuestra piel se arruga. Las primeras arrugas suelen aparecer en el delicado tejido que rodea a los ojos (las llamadas “pata de gallina”). Las áreas que se afectan a continuación son las mejillas y los labios. A medida de que envejecemos, nuestra piel se va adelgazando y secando, lo cual favorece la aparición de arrugas. Sin embargo hay otros factores que determinan tanto la rapidez como la extensión de las arrugas, entre ellos la dieta y la nutrición, el tono muscular, la expresión facial habitual, el estrés, el cuidado inadecuado de la piel, la exposición a contaminantes ambientales, y los hábitos de vida (por ejemplo, fumar). Es probable que la herencia también intervenga en el problema.

El factor más importante de todos es la exposición al sol, Exponerse al sol no solo reseca la piel sino que conduce a la producción de radicales libres que dañan las células cutáneas. El sol es el peor enemigo de la piel.  Los rayos ultravioleta-A (UVA), responsables del daño de la piel, están presentes durante todo el día y en todas las estaciones. Peor aún, aunque los efectos del sol no se manifiesten durante muchos años, son acumulativos.

Para proporcionarle a su piel los nutrientes que necesita haga una dieta bien balanceada, que incluya una buena variedad de frutas y vegetales, preferiblemente crudos. Consuma también granos enteros, semillas, nueces y legumbres. Añada buena dosis de Vitamina A y D, Vitamina C y E, Complejo B, selenio, Bioflavonoides, Zinc, Calcio y Magnesio. Beba por lo menos dos cuartos de agua todos los días, incluso si no tiene sed. Esto ayuda a mantener hidratada a la piel y a eliminar toxinas, lo cual previene la formación de arrugas.

No fume. Evite el alcohol y la cafeína. Todas estas sustancias  resecan la piel y la vuelven más propensas a arrugarse. Además, el hábito de fumar implica fruncir los labios cientos de veces al día. Los pliegues que se forman al inhalar con frecuencia se transforman en arrugas a una edad relativamente temprana.

No importa cuál sea su edad ni su tipo de piel, protéjase del sol. Independientemente de la estación  o del clima, aplíquese siempre y en todas las áreas que están expuestas al sol – particularmente la cara – un filtro antisolar con SPF (Factor de protección solar) de por lo menos 15. La exposición al sol es la principal causa del daño cutáneo.

Haga ejercicios con la cara. Siéntese y haga movimientos exagerados con la mandíbula (como si estuviera masticando). Estire los músculos que quedan debajo del mentón y los de la parte anterior del cuello. Al igual que los demás órganos del cuerpo, la piel obtiene nutrientes del torrente sanguíneo. El ejercicio aumenta la circulación de la sangre hacia la piel.

No se lave la cara con jabones ásperos ni se aplique cremas limpiadoras gruesas. Más bien, retírese la mugre y el maquillaje con aceites naturales, como el aceite de aguacate. Aplíqueselo en la cara con suavidad y retíreselo con agua tibia. Utilice varias veces a la semana una esponja facial para estimular la circulación y retirar las células cutáneas muertas y secas.

 

Phyllis A. Balch. (1997). Arrugas en la piel. En Recetas Nutritivas que Curann(129, 130). New York: Avery.