Las proteínas son macronutrientes  (moléculas formadas por aminoácidos)  fundamentales que adquirimos a través de los alimentos y que cumplen funciones importantes para el buen funcionamiento del organismo.

Los músculos se constituyen fundamentalmente de proteínas. Dichas proteínas a su vez están constituidas por aminoácidos, unos 20 aminoácidos en total, de los cuales hay 9 que el cuerpo humano no es capaz de sintetizar y los debe conseguir de manera externa a través de la alimentación, los otros 11 aminoácidos pueden ser creados por nuestro cuerpo.

 

Principales funciones:

  • Las proteínas participan activamente también en el funcionamiento del sistema de defensas del organismo y generan sensación de saciedad, ayudando a controlar el peso.
  • Las células de nuestro organismo utilizan los aminoácidos para construir nuestras proteínas y gracias a ellas se forman los tejidos, las enzimas, las hormonas, los anticuerpos y algunos neurotransmisores.
  • El ser humano necesita su aporte para el desarrollo y reparación de músculos y tejidos, así como para transportar algunas sustancias en la sangre, como lípidos, vitaminas o minerales.
  • Ciertas hormonas son de naturaleza proteica como la insulina y el glucagón, que participan en el mantenimiento de los niveles óptimos de azúcar en sangre. Las proteínas también tienen una función reguladora, permitiendo la expresión de algunos genes o regulando la división celular.
  • Son esenciales para el crecimiento, gracias a su contenido de nitrógeno, que no está presente en otras moléculas como grasas o hidratos de carbono.
  • Los anticuerpos, un tipo de proteínas que actúan como defensa natural frente a posibles infecciones o agentes externos; el colágeno, cuya función de resistencia lo hace imprescindible en los tejidos de sostén o la miosina y la actina, dos proteínas musculares que hacen posible el movimiento, entre muchas otras.

Las proteínas que ingerimos con la dieta se emplean, principalmente, para la formación de nuevos tejidos o para el reemplazo de las proteínas de nuestro cuerpo. Sin embargo, si consumimos más proteínas de las necesarias para esta función estructural o plástica, sus aminoácidos constituyentes pueden ser utilizados para obtener de ellos energía. No obstante, esta conversión de los aminoácidos en energía presenta un inconveniente grave. Se genera amoniaco (NH3) como producto residual. El amoníaco es altamente tóxico (fundamentalmente para el cerebro), por lo que se transforma en urea en el hígado y se elimina por la orina. Si la dieta es excesivamente rica en proteínas, nuestro organismo puede sufrir problemas derivados de la acumulación de estos productos nitrogenados.

Las proteínas son esenciales en la dieta. Los aminoácidos que las forman pueden ser esenciales o no esenciales. En el caso de los primeros, no los puede producir el cuerpo por sí mismo, por lo que tienen que adquirirse a través de la alimentación. Son especialmente necesarias en personas que se encuentran en edad de crecimiento como niños y adolescentes y también en mujeres embarazadas, ya que hacen posible la producción de células nuevas.

Nuestro intestino solo absorbe aminoácidos, no proteínas, por lo que el cuerpo no distingue el origen de esos aminoácidos. Le da igual que sean de plantas o de animales. Sí se puede afirmar que las proteínas de origen animal contienen, en general, mayor cantidad y diversidad de aminoácidos. En general, su valor biológico es mayor que las de origen vegetal. A cambio, son más difíciles de digerir. Se suele recomendar que una tercera parte de las proteínas que comamos sea de origen animal, pero es perfectamente posible estar bien nutrido sólo con proteínas vegetales, siempre y cuando combinemos los vegetales en función de sus aminoácidos limitantes.

Están presentes sobre todo en los alimentos de origen animal como la carne, el pescado, los huevos y la leche. Pero también lo están en alimentos vegetales, como frutos secos, la soya, las legumbres y los cereales, aunque en menor proporción. Tanto las fuentes proteínas animales como los vegetales poseen los 20 aminoácidos necesarios para la alimentación humana.