Hiperactividad

La hiperactividad o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), como se denomina medicamente, es un trastorno de algunos mecanismos del sistema nervioso central. La hiperactividad afecta fundamentalmente a los niños y ocasiona diversos problemas de aprendizaje y de conducta. Entre los factores que se relacionan con la hiperactividad están la herencia, el tabaquismo durante el embarazo, la falta de oxígeno durante el parto, los contaminantes medioambientales, los aditivos alimentarios artificiales, el envenenamiento con plomo, las alergias y el trauma prenatal. También contribuyen a la hiperactividad los alimentos que contienen salicilatos. Una dieta baja en proteínas también podría incidir en este trastorno. Aun cuando este tema ha sido motivo de candentes debates durante décadas, diversos estudios han demostrado de manera concluyente que los aditivos de los alimentos desempeñan un papel importante en la hiperactividad.

Las características de la hiperactividad, que se pueden presentar solas o en combinación, son las siguientes:

  • Golpearse voluntariamente la cabeza
  • Tendencia a molestar a otros niños
  • Conducta autodestructiva
  • Inestabilidad emocional; cambios anímicos demasiado frecuentes
  • Trastornos del habla y de la audición
  • Pataletas
  • Impaciencia; dificultad para esperar
  • Distractibilidad extrema
  • Falta de memoria
  • Incapacidad para terminar las actividades
  • Dificultad para resolver problemas o para manejar el tiempo
  • Baja tolerancia al estrés y a las dificultades cotidianas
  • Problemas de aprendizaje
  • Tendencia a la frustración
  • Incapacidad de permanecer sentado y tranquilo durante cualquier periodo de tiempo, incluso durante las comidas.
  • Movimientos torpes
  • Alteraciones del sueño
  • Fracaso escolar a pesar de tener una inteligencia promedio, o superior al promedio.

Ningún individuo presenta todos estos síntomas. Aunque este trastorno se presenta básicamente en los niños, los adultos también pueden sufrir de hiperactividad.

Elimine de su dieta el azúcar refinado y los productos que contienen este tipo de azúcar. También se debe eliminar todos los alimentos que contengan colorantes, saborizantes o preservativos artificiales, los alimentos procesados y los que contienen salicilatos. Algunos alimentos contienen salicilatos de manera natural, como almendra, manzana, cereza, durazno, pepino y naranja.

Incluya a su dieta todas las frutas y vegetales (excepto los que contienen salicilatos) panes, cereales que solo contengan arroz y avena. Agregue dosis suficientes de calcio y magnesio, vitaminas del grupo B, niacina, Pantoténico, B6, Cisteína y vitamina C.

 

Phyllis A. Balch. (2000). Recetas Nutritivas que curan. New York: AVERY.

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