La fibra, que se encuentra en muchos alimentos, ayuda a reducir el nivel de colesterol sanguíneo; así mismo, estabiliza el nivel del azúcar en la sangre. La fibra ayuda a prevenir el cáncer de colon, el estreñimiento, las hemorroides, la obesidad y muchos otros problemas de salud. También es útil para eliminar algunos metales tóxicos del organismo. Como el proceso de refinamiento sustrae gran parte de la fibra natural de los alimentos que consumimos.
La fibra tiene siete clasificaciones básicas: bran, celulosa, goma, hemicelulosa, lignina, mucilago y pectina. Cada una de estas clasificaciones tiene su propia función. Lo mejor es alternar el consumo de las distintas fuentes de fibra suplementaria. Se debe comenzar con una cantidad pequeña y aumentar gradualmente hasta que la deposición adquiera una consistencia adecuada. Hay que tener en cuenta que aunque la dieta promedio de la actualidad es pobre en fibra, consumir demasiada puede reducir la absorción de zinc, hierro y calcio. Para que no pierdan eficacia, los suplementos de fibra no se deben tomar junto con otros medicamentos o suplementos.
Los alimentos ricos en fibra los puede encontrar como: harinas y cereales integrales, arroz integral, agar, salvado, la mayoría de las frutas frescas, ciruela pasa, nueces, semillas (especialmente linaza), frijoles, lentejas, guisantes y vegetales crudos y frescos. Consuma todos los días varios alimentos de estos. Cuando consuma productos orgánicos, déjeles la cascara a la manzana y a la papa.
Phylli A. Balch. (2000). Recetas nutritivas que curan. Ney Work: Avery.
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