La fiebre reumática es una secuela de las infecciones por estreptococos. Se desarrolla de manera característica después de que el individuo ha tenido mal de garganta por estreptococo, amigdalitis, fiebre escarlatina o infección en los oídos. La fiebre reumática afecta especialmente a los niños de 3 a 18 años. Puede afectar a una sola parte del cuerpo, o a varias, entre ellas el corazón, el cerebro y las articulaciones. Cuando el corazón resulta afectado, una o más válvulas cardiacas pueden sufrir daño permanente.

Los primeros síntomas de la fiebre reumática son dolor, inflamación y rigidez en una articulación grande, como la rodilla, además de fiebre. El dolor y el edema pueden pasar de una articulación a otra y pueden ir acompañados de erupción en la piel. Después de un episodio, la enfermedad tiende a presentarse de nuevo.

No consuma alimentos sólidos mientras tenga fiebre y dolor en las articulaciones. Luego haga una dieta ligera que incluya frutas y vegetales frescos, yogur, queso cottage y jugos de frutas. Tome abundante agua y agregue dosis buenas de Metionina, Vitamina C, calcio, magnesio, Vitamina E, Coenzima Q10, complejo B, b-caroteno, Vitamina A y D.

Mientras se esté recuperando no consuma cafeína, bebidas gaseosas, alimentos fritos, procesados o refinados, sal ni azúcar en ninguna forma. Estos alimentos retrasan la curación.

Para recuperarse es fundamental que descanse mucho en cama. La terapia a base de masajes y el ejercicio suave, como le yoga, ayuda a prevenir la atrofia muscular que se suele presentar cuando hay que permanecer en cama durante periodos largos.

 

Phyllis A. Balch. (2000). Recetas nutritivas que curan. New York: AVERY.