El arsénico es un elemento metálico altamente venenoso que se encuentra en diversas fuentes, entre ellas pesticidas, productos para el lavado de ropa, smog, humo de tabaco, harina de huesos, sal de mesa, cerveza, mariscos e, incluso, agua potable. Cuando se ingiere, el arsénico inorgánico se deposita en el cabello, la piel y las uñas. Cuando logra penetrar los folículos pilosos, su presencia se detecta en el tallo del cabello durante años.

El envenenamiento crónico con arsénico puede producir dolores de cabeza, confusión, somnolencia, convulsiones y cambios de pigmentación en las uñas de las manos. Entre los síntomas de envenenamiento agudo con arsénico están vomito, diarrea, sangre en la orina, calambres musculares y/o debilidad muscular, fatiga, caída de cabello, dermatitis, dolor gastrointestinal y convulsiones. El envenenamiento con arsénico afecta básicamente a los pulmones, la piel, los riñones y el hígado. La acumulación de niveles tóxicos de arsénico en el organismo puede llevar a estado de coma e, incluso, a la muerte.

La exposición al arsénico se ha implicado en el desarrollo de algunos tipos de cáncer. La gente que trabaja en la producción de pesticidas, en la fundición del cobre, en la producción y utilización de insecticidas, en la minería, en el tratamiento de la lana y en la industria metalúrgica tienen un  riesgo muy alto de contraer cáncer en la piel, cáncer de escroto, una clase de cáncer en el hígado, cáncer del sistema linfático y cáncer de pulmón a causa de la exposición al arsénico. Los efectos tóxicos del arsénico son acumulativos.

Por su aporte de azufre, consuma huevo, cebolla, frijol, legumbres y ajo.  Los suplementos de ajo también proporcionan azufre, al igual que el aminoácido cisteína. El azufre ayuda a eliminar el arsénico del organismo. Agregue dosis de vitamina C, Bioflavonoides, metionina, zinc y selenio.

Si usted tiene síntomas de envenenamiento crónico con arsénico, hágase un análisis de cabello para determinar el nivel de los metales tóxicos de su organismo.

 

Phyllis A. Balch. (2000). Recetas nutritivas que curan. New York: AVERY.