Con un peso aproximado de 1.5 Kg, el hígado es la glándula mas grande del cuerpo y el único órgano interno que se regenera cuando una parte sufre daño. Hasta el 25% del hígado se puede extraer y, en un corto lapso, vuelve a crecer hasta alcanzar la forma y el tamaño originales.

De las muchas funciones que le corresponden al hígado, quizás la más importante es la producción de bilis. Este líquido se almacena en la vesícula biliar y se libera de acuerdo con las necesidades  de la digestión. La bilis es necesaria para la digestión de las grasas, y las descompone en pequeños glóbulos. Además, convierte el beta caroteno en vitamina A, facilita la asimilación del calcio e interviene en la absorción de las vitaminas solubles en grasa (A, D, E y K). La bilis también promueve la perístasis intestinal, lo cual contribuye a prevenir el estreñimiento.

Cuando los nutrientes ya han sido absorbidos por el torrente sanguíneo a través de la pared intestinal, son transportados al hígado por la vena porta. El hígado extrae del torrente sanguíneo nutrientes como hierro y vitaminas A, B12 y D, y los almacena para utilizarlos posteriormente. Esas sustancias almacenadas son utilizadas en actividades cotidianas y en épocas de estrés físico. El hígado cumple una función importante en el metabolismo de las grasas, en la síntesis de ácidos grasos  a partir de los aminoácidos y los azucares; en la producción de lipoproteínas, colesterol y fosfolipidos, y en la oxidación de la grasa para producir energía. A partir del cromo y el glutatión, el hígado produce una sustancia llamada factor de tolerancia a la glucosa (GTF). Junto con la insulina, la sustancia GTF regula el nivel de azúcar sanguíneo. Los azucares que no se requieren para producir energía de manera inmediata son convertidos en glicógeno en el hígado; el glicógeno se almacena en el hígado y en los músculos y se vuelven a convertir en azúcar cuando se necesita para producir energía.

Además del importante papel que desempeña en la digestión y en la producción de energía, el hígado desintoxica al organismo. La digestión de las proteínas y la fermentación bacteriana de los alimentos en el intestino producen amoniaco. El hígado desintoxica al organismo de los efectos tóxicos del amoniaco.

Por último, el hígado también regula la función tiroidea convirtiendo la tiroxina (T4), una hormona tiroidea, en su forma más activa, triyodotironina (T3). Cuando el hígado no hace esta conversión adecuadamente, se puede presentar hipotiroidismo.  El hígado también descompone hormonas como adrenalina, aldosterona, estrógeno e insulina cuando ya han cumplido su labor.

Aumente el consumo de alimentos ricos en potasio, como almendra, banana, kelp, pasas, semillas. Asegúrese de que su dieta incluya una buena cantidad de colina, Inositol, Q-10, Cisteína, metionina, Complejo B, Zinc, Vitamina C y E, para un adecuado funcionamiento de su hígado. Evite los alimentos que producen estreñimiento, ya que el hígado tiene que trabajar el doble. No fume y evite el alcohol, el café, la sal, bebidas gaseosas y los alimentos condimentados y fritos.

Una dieta inadecuada conduce a alergias, trastornos digestivos, bajo nivel de energía e incapacidad del organismo para desintoxicarse de sustancias nocivas.