La neumonía es una infección grave de los pulmones que puede ser causada por diversos agentes infecciosos, entre ellos virus, bacterias, hongos, protozoarios y micoplasmas. La infección hace que los minúsculos sacos de aire de los pulmones se inflamen y se llenen de mucosidad y pus. Aunque la intensidad de los síntomas puede variar, entre ellos se encuentran fiebre, escalofrió, tos, esputo con sangre, dolores musculares, fatiga, dolor de garganta, aumento de tamaño de las glándulas linfáticas del cuello, cianosis (piel y uñas azuladas) dolor en el pecho, y respiración rápida y difícil.
La neumonía va precedida de manera característica de una infección del tracto respiratorio superior, como resfriado, influenza o sarampión. Entre los factores que aumentan el riesgo de contraer neumonía están ser menor de un año o mayor de sesenta, debilidad del sistema inmunológico, enfermedad cardiovascular, diabetes, infección con VIH, convulsiones, derrame cerebral, aspiración bajo los efectos de la anestesia, alcoholismo, tabaquismo, insuficiencia renal, drepanocitosis, malnutrición, cuerpos extraños en las vías respiratorias, exposición a irritantes químicos e, incluso, alergias. El diagnóstico exacto de la enfermedad solo se puede hacer mediante radiografía de tórax.
La neumonía bacteriana es muy peligrosa y se presenta súbitamente, casi siempre como secuela de otra enfermedad. Los síntomas incluyen temblor, escalofrió y fiebre alta. Al principio la tos es seca. Luego se producen flemas de color rojizo, la respiración se vuelve rápida y difícil, y el dolor del pecho empeora al inhalar. También son frecuentes el dolor abdominal y la fatiga. Este tipo de neumonía no suele contagiarse de una persona a otra.
La neumonía viral es más variable en cuanto al curso y a la severidad. Puede aparecer de repente o de manera gradual, y los síntomas pueden ser moderados, severos o de mediana intensidad. Es menos grave que la neumonía bacteriana, pero si el paciente no se cuida adecuadamente, puede contraer una segunda infección, esta vez bacteriana.
La neumonía por hongos es mucho menos común que la neumonía por bacterias o virus, y se suele relacionar con debilidad o supresión del sistema inmunológico. Las personas más vulnerables son las que están infectadas con VIH, las que tienen SIDA o algunos tipos de cáncer, y las que están tomando drogas inmunosupresoras a causa de un trasplante de órgano.
Independientemente de su causa, la neumonía produce una gran debilidad, que suele durar entre 4 y 8 semanas después de que la fase aguda de la infección se ha superado.
Para que no contagie a otras personas, deshágase de las secreciones de manera adecuada. Estornude y/o tosa protegiéndose con un pañuelo de papel y deshágase de estos pañuelos inmediatamente.
Haga una dieta consistente en frutas y vegetales crudos. Tome abundantes jugos frescos. Los líquidos ayudan a aclarar las secreciones de los pulmones. Agregue buenas fuentes de Vitamina A, Vitamina C, Bioflavonoides, L-Carnitina, Cisteína. Complejo B, Vitamina E, Zinc y Q-10. Elimine de su dieta los productos lácteos, el azúcar, productos con harina blanca, el café, y todos los tés, excepto los de hierbas. No fume.
La vitamina A es necesaria para la salud del recubrimiento de las vías respiratorias. La deficiencia de esta vitamina aumenta la susceptibilidad a las infecciones respiratorias, lo que puede conducir a la neumonía.
Para que se respire sin dificultad, utilice un vaporizador o un humidificador.
Phyllis A. Balch. (2000). Problemas de Salud. En Recetas nutritivas que curan(pp.419-421). New York: AVERY.
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